jueves, 2 de julio de 2015

De A.K.A. poema sobre un hospital



"Constantes vitales", ready made de Davidia Martín Saornil. 



“De la misma manera que el autoaislamiento puede significar la perdición de un hombre porque no quiere revelar lo que está oculto, pronunciar estas palabras puede anunciar su destrucción”
Kierkegaard
                                                                                                                                  
Camas blandas y corazones de músculo y sangre,
no de cristal ni acero destejidos vivos latiendo desde adentro
bombas de relojería también míralo y
sangre, hoguera desriega arde,
lanzan flores flor re-
flor de ninguna estancia, flor de absoluta igualdad
suprema pasada por los ojos de un gigante observando:
- sigues aquí y sé que tengo miedo de morirme porque soy yo –
humo.

Al César lo que es de pueblos indígenas
perdidos en tierras desalojadas,
Al César lo que es de todas, grita un cartel que
es tu suspiro y esta vez no son gritos de carroza
de perdido, una carta, un telegrama, una nota,
hoguera de desazón,
¡préndete!

¿Qué se construye en la España post-todaslasconstrucciones?
¿Qué es este edificio blanco, aislado del miedo a la dehpérdida, donde descubro la piedad de la clase?
Efemérida, estás en otro lugar y obreros levantan sus brazos hacia las nubes.
El tiempo se ha hundido en un gris harapo mientras me sudaba la epilepsia, y es
junio,
desasosiego,
porque tú eres capaz de llevar un diario mientras duermes a los pies de mi cama de hospital
y yo soy capaz de ser piedra,
caucho,
deshielo.
¿Qué viene a llevarse la grúa sino la muerte en una colonia de verano,
en un edificio encerrado, lúgubre luxación
del hueso paleofrontal, sin gafas encarramado, siendo cápsula sin
rejalamiento viendo destino,
no cuerpo
ya, tránsfuga,
quizás
gris
ladrillo?

Gira 360 grados,
levanta ladrillo, luxado,
espero, me pregunto
si el furor neocapitalsta quedaría combatido
por una preciosa huelga general, de
parapénteles de caucho y sonrisas de la negación
absoluta del trabajo,
perdidas en la amazonía, ramas siendo
arranacadas, buitres de plástico que son veletas,
celas, zebras y zetas,
cuervo grazna,
sin ruido,
dormido.

Siento  el sueño blanco de dos centímetros
encefalorigen de absoluta locura,
que debe ser extirpado con tenazas
de metal que se parecen a esta grúa
silencio silencio, las hazañas, las manazas manzanas
de la gigante de nuevo llamando a la puerta,
la operación sacará todo, te dará vergüenza
lo que vas a ver en los ojos del tuerto,
de esa granada blanca,
de la bomba explosiva,
la flor simétrica,
curva paramétrica,
gigantes llagas esqueléticas
y yo no nací en esta ciudad,
en el fondo de este tumor
oscuro.

Nací indudablemente
tuve ilusiones
de la desaparición
e imaginé en rostros conocidos
cómo mi cara pasaba a ser una noche 
sin sueño,
sin género,
un misterio,
un saludo,
puro
humo.

 "Autorretrato versión 1", de Davidia Martín Saornil, remix de "El ruiseñor chino" de Max Ernst.