No cuentes más relatos, están hechos para amapolas.
No tientes más sueños, hay música en mi alma.
Las persianas tenues de la ventana no dejan pasar la luz, y así no puedo mirarte las pupilas,
y no puedo distinguir cuán abiertos están los músculos de tus irises candentes,
y cuánto he hecho que el tiempo se pare por dentro de tu mar.
Sopla, amor, velas podridas,
muerde, esturión, mis picaduras.
Cómeme, mátame, llévate pedacitos de desgracia poco a poco,
hasta que no quede más que la nada.
Angustia, tedio, libertad al fin y al cabo,
pero la libertad se rompe tan pronto,
y un pijama deja entrever secretos ocultos y bellos como escarlatas,
y no sientes derecho a tocar, tan siquiera a mirar, otras manos,
pero fuego yace dentro de tu alma, coros de voces ardientes,
pues siempre quisiste un relajado e inocente final con flores y con escaleras,
y tu frase favorita acabará siendo, con tiempo y cuidado, un simple susurro,
especialmente si dices “no” o “nunca”, tú siempre lo guardas,
pero, ¿te es tan difícil guardar una mirada ilusionada que te busca a tientas en las tinieblas, a la luz de la película?
Fotografía: www.emeclick.com