Huelen sus cabellos a cielo
Y su piel parece bajo la aurora azabache,
Recuerdos de juventud y unos títeres perdidos,
Sólo lágrimas por las tersas mejillas como gotas de lluvia.
Sólo un vestido de rubíes trasparentes,
Sólo recuerdos difusos y sueños.
Nada es como tus papeles grises escribían añorando juventud y tenacidad,
Nada es como soñabas muerto en trozos de madera roída.
No sería tan clara tu imagen como la luz del sol,
Ni podría ser tu voz como una catarata – más bien un riachuelo –
Más al gorrión le bastan los cantos del joven,
¡Cogen mil manos el brazo,
Y sonríen mil labios a sus notas gélidas!
Mientras reverbera el piano,
Y su soledad siembra un espacio vacío.
Todo son notas, todo son palabras, todo es una sola mirada, y los ruidos de la calle y los trenes,
Y las conversaciones calladas a mis sentidos.
Y las conversaciones calladas a mis sentidos.
Una mirada puede encender viejos sueños, mas ya no queda nada.
Más no son telarañas cristalinas, ni una fiebre de la que despertar con sus gritos,
No es la tempestad que arrolla los barcos, anclados en una costa escarlata,
Sólo es un rumor que se siente como el crujir de huesos,
Sólo es un silencio que se clava en el alma como el sonido de mil estrellas,
Sólo un mar infinito de soledades perdidas,
Sólo eso y nada en las conversaciones de dos almas, mientras esperan la lluvia de estrellas,
Sólo son gotas de agua.
Fotografía: www.emeclick.com
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